lunes, 19 de septiembre de 2011

La vida en una cena cualquiera. Junio 2011

La vida en una cena cualquiera.


Era un día como cualquier otro en vacaciones, se acercaba el comienzo de mi primer año en la universidad y todo parecía estar en el momento más estable de mi vida. Ya mi mamá había cenado y se encontraba hablando con mi papá cuando yo me senté en la cocina a comer. Pocas y raras eran las veces que mi papá nos hablaba de alguna molestia de salud, pero este día fue distinto.

Mi papá, sin preámbulos, nos habló de un dolor de garganta que sentía desde hacía varios meses, y que, además, ya debía ir al médico.

"Creo que es Cáncer", esas palabras que expresó mi papá me quitaron el apetito en segundos. En el momento no sabía la trascendencia que tendría esa cena en mi vida.

Yo me encargué de buscar los médicos que lo examinarían, pero esa noche no pude dormir, pues la cercana sensación de perder a la persona que más amas en el mundo me llenó la mente de incertidumbre, de miles de intrigas y alejó de mí todos los problemas anteriores que, ahora, se volvían los más insignificantes del mundo.

Luego de varios obstáculos en el complicado sistema de salud de este país, entre los extraños términos del examen diagnóstico la palabra "CARCINOMA" confirmaba el pensamiento de mi papá en aquella cena y aumentaba la intriga en mis pensamientos.

Habían pasado 8 meses de la muerte de mi abuela y esa sensación me causaba la duda de tener que volver a pasar por un momento como ese cuando menos lo pensaba.

Nunca en un mismo mes había sentido tantos nudos en la garganta, pero pensar en el distinto nudo que sentía mi papá en su garganta me hacía sacar fuerzas de donde menos creía que tenía para llevar este proceso. Qué fácil es decir "sé fuerte" o "ten fuerza" y qué difícil es lograr encontrar ese lugar de donde sacar una fortaleza para combatir tus pensamientos entre la vida y la muerte!

Mi papá también sacó fuerzas y llevamos 9 meses en este proceso que me ha hecho olvidar los problemas insignificantes y ver la vida como lo único que poseemos en el mundo. En vez de comida como estaba llena la mesa el día de esa cena, ahora está llena de pastillas.

No sé cuanto dure mi casa llena de pastillas, lo único que sé es que ahora la fe y la esperanza son la cena de cada día.

EVALUACIÓN REDACCIÓN - COM. SOCIAL.
JUNIO 2011.


Por esas fuerzas, esa lucha y perseverancia de un ser como mi padre, ese ejemplo será el mejor que un padre y un ser humano pudo dejarle a su hijo. La alegría, tu sonrisa y esa manera de querer a quien sea, de hacer el bien y no mirar a quien, son los recuerdos y tu viva presencia en esta dura ausencia física.

A pesar de que esa mesa ya no este llena de pastillas, la comida no es suficiente para compararlo con el vacío de tu ausencia.

AGOSTO 2011

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